En cuanto pudo volvió a los
laboratorios del hospital y allí trabajó día y noche. De manera casi milagrosa, su
salud fue ganando fortaleza. Reflexionando acerca de este milagro, llegó a la conclusión
de que una meta en la vida de un hombre, es el factor decisivo para la felicidad, y que
fue el seguimiento de su propio propósito lo que le había devuelto a la vida. Sus
vacunas fueron finalmente adoptadas por toda la profesión médica. Durante la gripe
epidémica de 1918, Bach salvó la vida de miles de soldados de las tropas inglesas con su
vacuna.
Cuando finalmente estuvo restablecido de su enfermedad, incrementó su actividad
investigadora, al mismo tiempo que su reputación como bacteriólogo estaba por las nubes,
propiciando el aumento de pacientes en su consulta de Harley Street. En 1918 Edward Bach
renunció al Hospital, y organizó un pequeño laboratorio privado donde siguió con sus
investigaciones. Andaba bastante mal económicamente, pues todo el dinero que ganaba lo
invertía en equipamiento para el laboratorio. En 1919 ingresó al London Homeopathic
Hospital como patólogo y bacteriólogo, donde estuvo hasta el año 1922. Fue allí donde
cayó en sus manos el Organón de Hahnemann, creador de la homeopatía. La coincidencia
entre los descubrimientos de Bach y los de Hahnemann (relación entre por ej. enfermedad y
personalidad), le hizo interesarse por la homeopatía. El principio "tratar al
paciente y no a la enfermedad" se hizo ya inquebrantable para Bach. Finalmente,
elaboró unas vacunas orales homeopáticas que substituían a la vacuna inyectable. Bach
clasificó en siete grupos la gran variedad de bacterias presentes en el intestino, y
preparó una vacuna diferente para cada tipo de bacteria. Eran los llamados siete nosodes
de Bach. Un nuevo descubrimiento lo alentó: la presencia intestinal de uno u otro de los
7 tipos se correspondía con gran fiabilidad a un tipo concreto de personalidad: se podía
entonces deducir el nosode adecuado haciendo un simple estudio de la personalidad del
paciente, sin pruebas de diagnóstico y acelerando así el inicio del tratamiento.
En 1922 abandonó su trabajo en el London Homeopathic Hospital para proseguir su enorme
trabajo en Harley Street y su actividad en su pequeño laboratorio, donde atendía
gratuitamente. Pero como debía proseguir su trabajo con los siete nosodes, mudó su
pequeño laboratorio a otra parte, convirtiéndolo en un gran laboratorio. Los homeópatas
le llamaban ya el "segundo Hahnemann". Escribió múltiples artículos y obras,
dando siempre a conocer cualquier pequeño descubrimiento a la profesión médica.
Médicos de otros países iban a trabajar con él en su laboratorio para aprender las
nuevas técnicas. Sus vacunas se usaban ya en todo el mundo.
De todos modos, los nosodes no le acababan de satisfacer: en primer lugar, no se podían
tratar todas las enfermedades; en segundo lugar, la materia prima de los nosodes
(bacterias) no le parecía la más adecuada, pues él deseaba obtener sus remedios a
través de substancias más puras. Empezó a pensar en las plantas.
En el tiempo en que estuvo en Londres ingresó en la Masonería. Esto hace suponer que
buscaba un conocimiento interior profundo, y el aumento progresivo de sus facultades
sensitivas y poderes de curación nos hacen pensar que efectivamente encontró ese camino
particular que lleva a las verdades espirituales. En efecto, Bach empezó a confiar cada
vez más en su intuición y percepción, y cada vez menos en los métodos ortodoxos de
investigación.
Un día de 1930 tuvo el fuerte impulso de desplazarse a Gales, descubriendo allí las
plantas IMPATIENS Y MIMULUS, las cuales preparó de manera similar a los nosodes, y
añadió a éstos, prescribiéndolos según la personalidad del paciente, con excelentes
resultados. Ese mismo año hizo lo propio con CLEMATIS. Todo ello le acabó de convencer
de que estaba naciendo por fin su trabajo definitivo, y que debía abandonarlo todo
(trabajo, laboratorio, consulta, etc.) y trasladarse a Gales para buscar sus remedios en
la Naturaleza. La gente que le rodeaba no daba crédito a esa decisión, e intentaron
convencerle de que era una estupidez dar tal paso. Pero Bach sabía que lo que iba a hacer
no era cualquier cosa. Así, abandonó todo, quedando sin trabajo y sin ingresos. Desde
entonces hasta el final de su vida, no cobró dinero a ningún paciente. Los ingresos que
recibía provenían de donaciones voluntarias. El año 1930 destruyó todo el trabajo de
su laboratorio, quemó sus notas y partió hacia Gales. Vivió en varios pueblos, según
marcaba el curso de sus investigaciones.
Bach sabía que sus remedios debían ser preparados mediante una potenciación distinta a
la de la homeopatía, pues en esta última, la sustancia original puede ser nociva para el
hombre, y mediante la potenciación se vuelve curativa. En cambio, Bach sabía que
debería partir de substancias puras e inofensivas. El verano de 1930 encontró ese
método de potenciación: comprobó que las propiedades de las flores se transferían al
rocío de sus pétalos cuando el sol los calentaba. Así, pudo comprobar que llenando de
agua un recipiente de vidrio y cubriéndolo con flores, se transferían algunas
propiedades de la flor al agua, cuando se dejaba el bol al sol durante unas cuatro horas.
Además, podía notar cuáles eran las propiedades curativas de una flor, simplemente
poniéndose un pétalo en la palma de la mano o debajo de la lengua. Como diría él
mismo, nunca hasta entonces había tenido un laboratorio tan bien equipado. Aunque
utilizó la percepción como método para seleccionar sus flores, luego utilizó también
los pasos científicos para corroborar sus propiedades y sus efectos positivos.